Que me acaricien mientras no quede aire,
Que respiren el olor de mi piel,
Que la vida se me escape, y las abrace.
En las lluvias embarrarse,
Pedir perdón, y auxilio.
Perder del cuerpo el calor
Y sentir mis ojos tornarse grises.
Cuando vengan las tinieblas,
Cuando aparezcan las voces del ayer,
Yo las veré y las querré.
Yo las amaré, como amo hoy la vida.
Cuando mi tez sea ya porcelana,
Que se rompa, blanca, al caer.
Daré mi mano tendida, en mi dedo el anillo
Que demuestre que en vida me querían.
Demuestre que tuve una familia,
Que fui feliz.
Que no me importa el olvido.
Pues si hay algo más allá,
yo no lo espero.
De mi la vida se apagará, me terminaré.
Y si hay un fin, un futuro, sólo cabe esperar que ese sea el más cierto.
Y es que ojalá cuando se torne negro
Sepan que nunca fui dañada,
Nunca fui perdida.
Nunca fui todo, nunca fui nada.
Y ojalá mi recuerdo no pese,
Que mis ojos sean los que una vez vieron.
No quiero que me recuerden siempre.
No quiero gloria, no quiero para siempres.
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