Sentir salado mi cuerpo, como si toda niñez se escapara.
El azucar de mi sangre se quema y quedo caramelo amargo.
Ayuda o auxilio, ya no se qué es más correcto gritar cuando estás cayendo.
Vivo o muerto, poco podrán hacer ellos.
Y en la caida se abre un cielo nuevo, me hundo en lo que fue un mar profundo para ser un nuevo mundo.
Ya no intento nadar para salir huyendo, déjame volar y conocer el viento.
Como un aliento, del chocolate dulce comenzó a gustarme el café amargo,
Comencé a reconocer
Que mi piel salada es más agradable al tacto.
Te tuve tanto miedo que temí hasta querer quererte.
Al menos es un consuelo que la marea siempre haga lo correcto.
No nos gusta en el momento, pero luego alzamos el vuelo y adoramos el mundo nuevo.
Pero ya no somos los mismos, de eso siempre parecemos ajenos,
Y cuando lo reconocemos: caemos.