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martes, 18 de octubre de 2016

El tiempo se nos echa encima.

Con los pasos se nos hacen pequeñas las horas, y se nos llevan las olas en una lluvia torrencial.
Nos meten la prisa en el alma y ¿quién suspira ahora? Si ya no da tiempo ni ha respirar.
Y nos pesan cada día más las nubes, se encapota el cielo y se me apagan los ojos, que se vuelven grises.
Unos dicen que es hermosa la melancolía con la que el cielo se cierra,
Pero yo quiero encerrarme dentro y no salir.
Me vuelvo oscura y perecedera, ya mi tiempo me cuesta, y ahora que veo venir el hielo, me refugio y encajono, me tapo y ya no dejo ver.
No quiero que me congelen más o que me rompan, me da miedo helarme cuando comienza el invierno.
Echo de menos que en mi azul esté la luz de tus caricias, 
Echo de menos la calma y dejar atrás las prisas...
Pero ahora el tiempo se nos echa encima.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Dos luces lejanas

Eran dos luces lejanas, dos luces abiertas, dos luces heladas.
Azules y plata, brillantes y alejadas.
Eran los ojos, eran las farolas, eran los fantasmas de ayer.
Me llevan al fondo del avismo, me llevan a perecer. Querer o no querer son ganas de perderse, de no conocer, de guiarse por extraños, no saber a qué creer.

Eran dos luces lejanas, y ya no podía ver, ni seguirlas ni encontrarlas, se desvanecen en el ayer.
Echo de menos el frío, y el temer.
Nada me empuja ya, nada me hace sentir valor, calor o poder.
Quiero un aliento, un azul, un emerger.

Sácame de aquí que me estoy ahogando, estoy perdida en un mar oscuro, no encuentro salida, no encuentro luz lejana ni cercana, se apagó y no se qué hacer.
Calma, calma, queda mucho aquí, no creas que la locura te hará salir.
Una vez entras, no hay favor que uno pueda pedir.

Eran dos luces lejanas, eran luces oscuras, luces en abril.
Me dicen que me despida, me dicen que las siga, y que hoy es mi día de morir.

Llover

Pesan las caídas, pesan las penas.
A mi no me encuentran ya
Entre la muchedumbre.

¿Qué vendes?¿qué esperas que crea?
Hace tiempo que mi sol lo llevo dentro,
No espero del cielo nada:
Ni bendición, ni aliento.

Despertar y despertar hambriento
De un conocimiento inalcanzable, 
Incomprensible, evidente.

Y ya no me dejo ganar o perder,
No juego a tus juegos ajenos,
No me importa tu perecer.
Ya suficiente tengo con mis miedos,
Con mis decisiones y mis anhelos.
Suficiente tengo, al fin y al cabo,
Para apenarme siempre que quiero.

Así que no quiero saber qué vendes,
No quiero ni escuchar ni creer.
Me da igual la lluvia, al fin y al cabo,
Todos algún día nos da por llover.

viernes, 7 de octubre de 2016

Quiero irme.

Quiero irme.
Quiero no aferrarme, no sufrir. 
Quiero irme sin pena, sin anhelos. 
Quiero irme lejos, donde siempre soñé ir.
Quiero irme de donde no quiera irme, quiero encontrarme donde parezca que me pierdo, y que haya un principio en cada fin.
Yo me creo capáz de todo, de todo menos de lo que parece hacerme más felíz.
Creo que la vida no es para aburrirse, hay que quemar el tiempo porque es el único modo de que corriendo tan rápido, nosotros creamos que lo hicimos pasar más lento.
Quiero irme de donde me quieran, de donde no me quieran y de donde puede que me querrán.
No quiero encerrarme o apresurarme, apresurar o encerrar.
Al fin y al cabo, si me voy, es porque una vez llegué hasta allí.
Ahora, que toqué la cima, no me voy a quedar a morir.
Y quiero ir a lugares remotos, escalar, volar, llorar, amar y perder.
Quiero vivir, quiero irme.
Allí donde yo desee ir.
No escapar, no huir.