Azules y plata, brillantes y alejadas.
Eran los ojos, eran las farolas, eran los fantasmas de ayer.
Me llevan al fondo del avismo, me llevan a perecer. Querer o no querer son ganas de perderse, de no conocer, de guiarse por extraños, no saber a qué creer.
Eran dos luces lejanas, y ya no podía ver, ni seguirlas ni encontrarlas, se desvanecen en el ayer.
Echo de menos el frío, y el temer.
Nada me empuja ya, nada me hace sentir valor, calor o poder.
Quiero un aliento, un azul, un emerger.
Sácame de aquí que me estoy ahogando, estoy perdida en un mar oscuro, no encuentro salida, no encuentro luz lejana ni cercana, se apagó y no se qué hacer.
Calma, calma, queda mucho aquí, no creas que la locura te hará salir.
Una vez entras, no hay favor que uno pueda pedir.
Eran dos luces lejanas, eran luces oscuras, luces en abril.
Me dicen que me despida, me dicen que las siga, y que hoy es mi día de morir.
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