Vivimos con miedo.
Somos inseguros y estamos desquiciados de este temor que guardamos en nosotros.
Somos creyentes de leyendas que cuentan las verdades que tememos creer, pero eso parece gustarnos demasiado como para darnos cuenta de que son sólo mentiras que crea nuestro subconsciente.
Y el miedo nos va comiendo poco a poco, nos hace cambiar, nos hace sufrir, pero seguimos soñando, seguimos intentando escapar de él, como si fuese a correr tras nuestra.
El miedo no va a ir a por ti, el miedo se queda contigo haciendo la carrera.
Vivimos con miedo.
El miedo coge lo que amamos y lo convierte en aquello que odiamos.
El miedo nos hace daño porque creemos más en él que en nosotros mismos.
Nos hemos convertido en aseguradoras y todo riesgo es un fallo en el sistema.
Vivimos con miedo.
Por eso llamas loco al que supera sus temores.
Por eso silencias tu voz cuando quieres gritar.
Y por eso ya no se cumplen los sueños, porque nos da miedo el qué pasará.
¿Qué dirán? ¿Cómo lo afrontaré? ¿Lo podré soportar? ¿Me va a hacer más desdichado que feliz?
No importa, compréndelo.
Se van a reir de ti, van a señalarte, van a hablar de ti, vas a sentirte solo, vas a saber qué es la vida,
¿Pero es eso tan malo?
Vivimos con miedo.
¿Por qué no opinas?
¿Por qué no luchas por lo que deseas?
¿Por qué no dejas que te vean?
No soy más que una luchadora de causas perdidas.
Eso me enseñó mi padre.
Pero cuando vale la pena deshacerte de tus miedos por conseguir la realización personal y la felicidad, no importa lo terrible que pueda ser la consecuencia, hay que superarlo.
Vivimos con miedo.
Pero no se puede ser valiente sin haber tenido miedo.
Los más valientes no son aquellos que no tienen miedo, esos sí están locos, los valientes son los que aprenden a superar aquello que les atemoriza.
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