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jueves, 11 de junio de 2015

El Ramiro nos cambia a todos.

Se trasluce en nuestra cara, que las venas se entrecruzan de forma distinta.
Se muerden la lengua y se acaloran las discusiones.
Todos nos hacemos mayores, nos confundimos, nos encontramos.
Probablemente llegamos sin saber si quiera quién fuimos.
Nos pintamos las manos en señal de bandera blanca, y aun así nos encontramos enzarzados en las peleas que dejamos atrás.
Nuestra propia estela se queda en el horizonte, que sobrepasamos mucho antes de lo que nos quisimos acordar.

Somos de esos que soñamos con el para siempre.
De los que tenemos palabras que decir más allá de nuestra mente.
Seremos de los que recuerden, puesto que nos forjamos en las nubes de la incertidumbre.
Ni eternos ni valientes, no te equivoques.
Somos aún unos niños asustados del futuro y tratamos de ser fuertes.
No valemos aun para la vida, y no niegues tu inseguridad fría que recorre la espina de gotas de sudor mientras estudias.
Quizá te preguntas, intentando no lastimarte, quién serás más allá del presente, quién será quien se mire al espejo ciego y vea más allá de lo corriente.

No hay verdades ni casualidades en la vida.
No hay historias más importantes, de tal forma que no debemos minar nuestra moral al ver que nos despertamos siendo quienes no quisimos años antes.

Nosotros elegimos.
Cierto es que no somos los dueños del destino, pero sí controlamos más allá de nuestras manos.
Somos capaces de encontrarnos de frente y no morir de miedo, somos humanos.
No ganaremos solos nuestras guerras ni seremos siempre amados, no habrá una vida heróica para todos, pero la realidad es que no la necesitamos.

Yo, orgullosa del trabajo llevado a cabo estos años, me veo totalmente distinta de cómo empezamos.

Nos ha pillado la tormenta y todos algún día sabremos de lo que hablamos.
Todos nos hemos helado tras las ventanas que dejan ver cuál parece ser el futuro,
Pero hemos ganado, digan lo que digan, hemos ganado.

Y sí, claro que somos aun insensatos, 
Niños asustados.
Pero seremos quienes queramos ser, pues más allá de la cabeza enredada en pensamientos ilusos, hay unas ideas bien forjadas que nos llevarán algún día a ser el orgullo que sabemos que somos hoy para nosotros mismos, y para el mundo.

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