Tan sólo hay una cosa que odie:
Que da igual lo mal que lo estés pasando,
Lo mucho que estés llorando,
O lo cansada que estés.
Lo único que importa es que cojas
todos esos sentimientos
y los dejes plasmados en palabras.
Lo malo de las palabras
es que no curan.
Las palabras no son medicina
Aunque se diga que sí lo son para el alma.
Se dice también que la música
ayuda a sentirte mejor,
Pero todos al estar tristes
escuchamos baladas.
La poesía es una guerra.
Es una guerra contigo mismo.
Es la guerra entre ser feliz,
O escribir bien.
La poesía no existe.
Tan sólo existe lo que te haga sentir.
No tiene sentido
sino puedes mirarte en las letras
y verte, como se vio quien las escribió.
Y yo creí
que para mis 17
todo se habría solucionado.
Creí que sabría quién soy
o qué quiero.
Creí que por mucho que se
que el amor del cine es mentira
yo sentiría algún día ese amor,
y que lo sabría apreciar.
Creí que mis decisiones serían correctas.
Que por muchos golpes,
saldría victoriosa y sin temor alguno.
Creí que sería más fácil vivir.
Es tan hermoso
eso de la vida
cuando tiene tantas bajadas y subidas.
Pero yo estoy aquí
siendo la escritora de los sueños
que luego viajan en las lágrimas
que empapan la almohada.
Estoy aquí
sin saber quién soy
Sin encontrarme, viendo que me perdí.
Que miro atrás
y veo que he cambiado mucho
quizá demasiado,
quizá debí quedarme en otro lado,
en otro momento.
Y sí, estoy aquí
sin saber qué hacer de ahora en adelante.
Sin saber si elegirme a mi
o elegir cambiarme.
No se si quererme
no se si habrá algo que quede
más allá de las puertas de la razón
que me hagan sentir a gusto
conmigo misma.
No se si de verdad me lo merezco
o si merezco más.
Y lo más triste de todo
es que no se solucionará con palabras.
Que no voy a curarme
pero sí voy a hacerme escuchar.
Esa es la condena del poeta:
¿Escribir o curar? ¿Llorar, o sanar?
Mentirme a mi misma
diciendo haberlo solucionado
para seguir viviendo
con versos en el paladar.
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